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Evolución del salario mínimo en México

El salario mínimo real ha crecido por encima de la inflación desde 2018; sin embargo, no representa un riesgo para la economía mexicana debido a la preponderancia del sector informal.

El concepto de salario mínimo surgió en Nueva Zelanda y Australia en 1896, cuando las autoridades gubernamentales reconocieron la necesidad de establecer un pago mínimo por la jornada laboral debido a la insuficiencia de los recursos para cubrir los gastos básicos del hogar.

En México, la evolución del salario mínimo ha tenido cuatro etapas. La primera abarca desde 1950 hasta 1975; en estos años, el salario mínimo real se cuadruplicó gracias a la expansión del PIB y a un entorno macroeconómico de baja inflación. Durante la segunda etapa, de 1976 a 1995, el ajuste del salario mínimo fue por debajo del alza de precios al consumidor debido a las depreciaciones del tipo de cambio, la baja actividad económica y la necesidad de sanear las finanzas públicas. La tercera etapa fue entre 1996 y 2017; en ella, el salario mínimo real fue utilizado como una herramienta de política antiinflacionaria. Finalmente, en 2018 inició la etapa presente que se ha caracterizado por un aumento paulatino del salario mínimo.  

Desde 2018, el salario ha crecido a una tasa anual promedio del 11.1%, mientras que la inflación lo ha hecho en un 5.1%. Esto implica que los trabajadores que ganan el salario mínimo han observado un incremento en su poder adquisitivo.

Nota: Para la inflación de 2023 fue empleada la expectativa publicada en la Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado.

Existe un debate en torno al efecto que pueden generar los aumentos del salario mínimo en la economía. Desde marzo de 2022, Banxico ha identificado las presiones salariales –definidas como la variación anual del salario mínimo, del Salario Base de Cotización IMSS y del costo unitario de la mano de obra del sector manufacturero– como un factor de riesgo para la inflación.

 En la teoría económica, el impacto del crecimiento de los salarios mínimos puede darse a través de la oferta y la demanda. Por el lado de la oferta, el aumento encarece la producción al aumentar los costos laborales de las empresas, lo cual induce a una menor demanda de trabajo, una menor inversión y, en consecuencia, un aumento de los precios. Sin embargo, investigaciones como la de Campos y Esquivel (2021) y Calderón et al (2022) afirman que el efecto es moderado o inexistente debido a la preponderancia de la informalidad en la economía mexicana. El riesgo podría provenir de mayores presiones de otros sectores por desear un aumento equivalente en su salario.

 Por el lado de la demanda, se observa un incremento debido a que aumenta el poder adquisitivo de los asalariados, cuya parte del efecto es un mayor consumo; sin embargo, en los datos no es visible una relación directa entre ambas variables, lo cual puede explicarse debido a que en el sector formal únicamente el 20.3% de la población recibe dicho monto por su jornada laboral.

En conclusión, si bien los datos indican que el salario mínimo ha crecido por encima de la inflación, esto no asegura que las condiciones de los trabajadores han mejorado significativamente, ni que las políticas patronales han alcanzado la dignificación laboral en México. 

Asimismo, a pesar de las preocupaciones de las instituciones respecto a la política pública de aumentar el salario, los datos no respaldan que el impacto modifique la dinámica de la economía mexicana.